Aventura en la Carretera Austral: 10 imperdibles
La primera vez que escuché “Carretera Austral” fue en el 2013 mientras recorríamos la Patagonia argentina en bicicleta. Un cicloviajero alemán la había pedaleado de punta a punta y la nombraba con tanta naturalidad que imaginé que era un destino súper conocido para el mundo, y nada conocido para una principiante de los mapas como yo. Durante el viaje busqué fotos y videos, y la Carretera Austral seguía apareciendo en la boca de todos los viajeros que nos cruzábamos en el camino.
Pero claro: lo que imaginé, miré y me dijeron ni se acercaba a lo que es en realidad. Pensé que era solo una ruta y me encontré con un parque de diversiones con senderos, glaciares, bosques, lagunas, ríos, reservas y parques nacionales.
Estas son las 10 actividades de aventura que hicimos y que te recomendamos hacer si querés llevarte una experiencia 360 del sur de Chile. Están ordenadas de sur a norte e incluyen datos útiles. Completito, y contado en primera persona.
1. Trekking por la Reserva Nacional Lago Cochrane
El cielo está tan azul que encandila. Es febrero, y aunque sea un mes de vacaciones, el sendero está vacío. La Reserva Nacional Lago Cochrane (también conocida como Reserva Tamango) está al este de los Andes y su bosque es de verdes brillantes y profundos. Leemos que son casi 7 mil hectáreas que se apoyan en la ladera del cerro Tamango (de ahí su nombre) y que hay dos senderos principales: La Vega (de 3 kilómetros) y Lagunas Altas (de 22 kilómetros), pero nosotros conectamos tres senderos intermedios: Las Águilas, Los Huemules y Los Coihues que en total suman 25 kilómetros (sí, ese día teníamos ganas de caminar).
En el sendero hay lengas, ñires y coihues. Cuanto más subimos, más estrecho y vertical se vuelve el camino. Las flores son como margaritas, pero con pétalos violetas; vemos pájaros con panza amarilla y barba de indio colgando de las ramas. El viento de este lado de la cordillera no sopla: canta. Las piedras en la tierra se convierten en puentes de madera rasgada y el agua de algún glaciar se filtra entre las raíces hasta mojarnos los pies.
Subimos como quien sube al cielo, y entre rocas tamaño montañas, se extiende un lago azul turquesa del mismo color que el mar Caribe. Dicen que son las aguas más puras del mundo y que hoy sus ríos se encuentran amenazados por la propuesta de construir represas. Dicen también que hay huemules y guanacos, pero solo vemos algunas huellas.
La Reserva Nacional Lago Cochrane está ubicada a 4 kilómetros hacia el noroeste de la ciudad de Cochrane en la región de Aysén (Región IX).
Solo hay senderos peatonales y tenés que pagar una entrada para ingresar: $5.000 pesos chilenos los adultos (AR$ 156) y $2.500 los niños (AR$ 78) (tarifas para extranjeros durante el 2017).
Recomendamos llevar buen calzado de trekking, gorra y protector solar (infaltable en verano).
2. Kayak por los lagos Bertrand y Plomo
Llueve, como casi todos los días en el sur de Chile. Estamos en Puerto Bertrand, un pueblo con costanera de tres cuadras, embarcadero de madera y menos de 300 habitantes. De frente, una montaña hecha bosque y un lago azul sereno y frío se mezcla con las aguas del caudaloso y rebelde río Baker.
Lo que para muchos es subirse a un kayak, para nosotros es andar al pulso de una naturaleza que vibra en mil sonidos.
En la costa del lago Bertrand hay casas y ranchos, pero los ojos se detienen en las cascadas. Cuando me pongo a pensar que mientras escribo esto, ellas siguen nutriendo lagos, lagunas y ríos; las reglas del tiempo humano me parecen absurdas. Una vez en lago abierto, todo se ensancha. Andrés va adelante con el guía y yo freno en los detalles de las piedras que aparecen debajo de mi kayak. ¿Desde cuándo están ahí? ¿Cuánto habrán viajado? Cerca de la orilla hay un chucao, e imagino que le está cantando a la lluvia que ahora es llovizna. Y la llovizna para, como en un acto simple de magia. Y las nubes siguen bajitas, como si la tierra no quisiese que veamos otra cosa que lo que está cerca.
No sé cuántos kilómetros remamos, pero después de un giro en U sobre una península, hay una línea de agua recta y derecha que separa un lago del otro: de un lado el Bertrand turquesa, del otro el gris Plomo. Frenamos en una playa y descansamos debajo de un coihue. Lo único que se escucha es un arroyo. El resto es de un silencio tan puro que hasta el silencio tiene forma. Sale el sol, y el regreso parece otro día.
Puerto Bertrand está a 270 kilómetros al sur de Coyhaique.
Paramos en Mireya, un camping y hospedaje familiar que está al final del pueblo sobre la calle principal.
Esta excursión la podés hacer con Baker Patagonia. No necesitás experiencia previa.
3. Kayak por las Capillas de Mármol
Son las 10 de la mañana. Estamos arriba de una camioneta con dos japoneses que casi no hablan inglés y una pareja de chilenos que viven en Santiago. Vamos hacia una playa que está en las afueras de Puerto Río Tranquilo para desde ahí subirnos a un kayak y remar hasta las Capillas de Mármol, uno de los monumentos naturales del sur de Chile.
Técnicamente son formaciones minerales de carbonato de calcio en la ribera del lago Carrera. Para nosotros, el mundo de Narnia.
A nuestra izquierda un acantilado, a nuestra derecha el lago y esas rocas flotantes de colores vivos talladas por el agua y el viento. A diferencia de las lanchas que llegan hasta la entrada de las formaciones (otra manera de conocer las Capillas), en kayak nos metemos en sus huecos angostos, tocamos sus paredes frías, vemos sus pinceladas blancas, azules y grises y escuchamos el eco de nuestras voces fundiéndose en la memoria de lo que siempre existió.
Los japoneses no quieren seguir las indicaciones del guía y entran y salen de las capillas como si fuesen locales de un shopping. La pareja chilena se reclama no haberlas conocido antes y nosotros, presentes pero ausentes, contemplamos esta obra maestra de la tierra.
Puerto Mármol está a 6 kilómetros de Puerto Río Tranquilo y desde acá salen las travesías en kayak.
Nos hospedamos en el camping y hospedaje Bellavista. Tiene precios accesibles y lo mejor de todo, se respira espíritu de viaje.
Llegar en kayak solo se puede si vas con excursión. 99% Aventura ofrece salidas diarias. No necesitás experiencia previa.
4. Caminata en hielo por el glaciar Exploradores
Siempre me llamaron la atención los glaciares. De chica pensaba que eran bloques de hielo cubiertos de crema chantilly (sí, siempre tuve alma de gorda). La vez que conocí al Perito Moreno en Santa Cruz me enamoré: no podía creer que fuesen tan pero tan grandes y tan pero tan altos. Por eso cada vez que viajo a un lugar con glaciares, quiero ir a donde estén: me pasó con el glaciar O’Higgins (que pagamos un pasaje más caro y más largo solo verlo), con el Upsala (que caminamos casi 4 horas para mirarlo de lejos y en miniatura) y con el Exploradores cuando supe que lo podíamos caminar.
El valle Exploradores amanece húmedo. Somos más de 10 personas escuchando al guía que nos va a acompañar durante las 6 horas de caminata hasta el glaciar. Ya con todo el equipo listo (casco, guantes, cortavientos, polainas y crampones en la mochila), atravesamos el bosque siempre verde. Lo que al principio parecía una caminata más, se convirtió en un viaje en sí mismo: rocas gigantes, cascadas azules, lagunas verdes y ríos allá y acá. Subimos una cuesta y vemos la cumbre más alta de la Patagonia chilena, el monte San Valentín de 3.910 msnm, que marca el inicio del Campo de Hielo Norte.
Cuando llegamos a la morrena frontal del glaciar, abracadabra. El suelo es un manto blanco que se extiende hacia todas las direcciones. Nos calzamos los crampones y a cada paso el hielo vibra. El agua es azul, azul cielo. Y se mete en grietas, entra en cuevas que parecen pasadizos y talla formaciones cuyos contornos van cambiando como el viento. Subimos, bajamos, bajamos, subimos: todo es irregular y perfecto. El glaciar que alguna vez imaginé tiene la fuerza del mundo y me la llevo en los pies.
El glaciar Exploradores está a 52 kilómetros al oeste de Puerto Río Tranquilo, dentro del Parque Nacional Laguna San Rafael.
Nos hospedamos en el camping y hospedaje Bellavista. Súper recomendado si sos viajero.
La caminata al glaciar solo la podés hacer contratando una excursión. Nosotros la hicimos con Turismo Valle Leones. Dura 12 horas en total (ida y vuelta) y es de exigencia media.
5. Navegación a la laguna y glaciar San Rafael
Miro por encima de la baranda y lo único que veo es delta y río. Las nubes se apoyan en las copas de los árboles y no se ve ni un pedacito de cielo. Me pregunto hacia qué punto cardinal vamos, pero cuando nos sirven el desayuno en la popa del barco me olvido de todas mis dudas.
El río Exploradores cruza el Valle Exploradores, uno de los lugares más preciados de Chile. Y el paisaje que al principio era delta y nada más que delta, de repente se abre como si se tratara de otro lugar en el mismo lugar: un fiordo con montañas nevadas, glaciares colgantes y cascadas por todos lados.
Las dos horas de navegación hasta el Parque Nacional Laguna San Rafael pasan tan rápido que cuando nos dicen que en el muelle nos tenemos que bajar, todos quedamos desorientados. Caminamos hasta las ruinas del Hotel Ofqui, y cuando nos cuentan su historia entendemos que las decisiones del hombre las toma la naturaleza: se terminó de construir en 1940, 10 años después fue abandonado y saqueado, y años más tarde quedó destruído por un incendio. Hoy no hay nada más que una vieja construcción donde los pájaros cantan y los árboles crecen.
Volvemos al mar y mis ojos lo buscan. “Debe estar a la vuelta de esa península”, pienso. Aparecen témpanos de hielo y los tomo como postas: es el prólogo de lo que está por venir. Y cuando el barco dobla y mi olfato se olvida del mar para entrar en modo laguna, una pared de hielo celeste se levanta en el único horizonte que hay entre tanta montaña. El barco lo recorre de una punta a la otra y me acuerdo del primer pensamiento que tuve cuando los vi por primera vez: somos diminutos. Lo mismo sentí cuando recorrí la estepa patagónica. Para mí lugares como estos son sagrados: te ubican en tiempo y espacio.
Almorzamos en la cubierta mientras escuchamos sus desprendimientos y el corazón se me estruje. Volvemos con los sentidos llenos de mundo real. Porque ese, señoras y señores, no es otra cosa que el mundo real.
Esta excursión la hicimos con Destino Patagonia. Salís de Puerto Río Tranquilo y e incluye desayuno, almuerzo y merienda.
Camping y hospedaje recomendado: Bellavista. Tiene precios accesibles y es atendido por sus dueños.
Dura ocho horas en total y vas a acompañado por un guía.
6. Rafting en el río Simpson
Marcela nos invita a bajar el río Simpson en balsas de rafting y salto de la emoción cuando leo su email. Es que todo lo que tenga que ver con agua (sea de río, laguna, lago o mar) me puede: será que los recuerdos más felices que tengo de mi infancia son saltando olas o nadando mariposa en una pileta hasta que se vaya el sol.
La bajada es atípica: en lugar de estar con turistas, estamos con los hijos de Marcela y su perro. Andrés, con abstinencia de kayak, se sube a uno de río y rema a la par nuestra. Lo que vemos es el patio trasero de Coyhaique: lengas, ñires, una piedra con cabeza de indio y un río con remolinos que tenemos que surfear. También vemos lo que pocos ven, o la otra realidad de ciudades como esta que te contamos acá.
Pasamos el rápido “La Pasarela” y lo tomo como un triunfo. Festejamos con los remos hacia arriba mientras Andrés caderea a más no poder para no darse vuelta. Seguimos sin tener la más mínima intención de frenar. En el último rápido “Escalera de Jacob” (que alguien me explique por qué se llama así), la adrenalina me sube por las venas, me empapo de pies a cabeza y al grito pelado de “NO DEJEN DE REMAAAAAAAR” cual camionero de ruta se me llena la boca de agua. Sí: seré muy poco estética y femenina arriba de una balsa de rafting, pero que me divierto, me divierto.
Patagona Rafting es la empresa con la que hicimos esta excursión en Coyhaique. Podés escribirle un mensaje privado en su fanpage para consultarles los horarios de las salidas.
Un hospedaje recomendado para parar y descansar es el Hostel Huella Patagónica. Está ubicado en el centro de la ciudad.
La bajada es familiar y no necesitás experiencia previa.
7. Kayak en el lago Elizalde
En las afueras de Coyhaique el paisaje tiene el mismo tinte que la estepa. Un lago azul plomo rompe con las tonalidades ocres y con mi estructura mental de que en la estepa solo queda bien el color marrón.
Cuando llegamos al muelle no se escucha el viento. No hay. Los kayaks; uno celeste, otro blanco, otro rojo y el último amarillo, tienen timón de madera. Más que remar, me dan ganas de colgarlos en un cuadrito por lo estéticos y prolijos que se ven sobre el agua.
El lago está tan calmo que lo cruzamos metiendo un rectón. Yo voy adelante, en otra frecuencia. Esa es otra de las cosas que me pasan cuando estoy sobre el agua: me dejo llevar, entro en un limbo y remo por inercia. Andrés va a atrás con sus ojos entre los cerros y con el norte en una playa. El sol está a punto caramelo, no hace frío y un vientito bien sureño anticipa ráfagas en contra. Hay que volver. Mi cara se va transformando cuando veo que la costa está cada vez más lejos y no me queda otra que salir de mi modo avión para ponerle fuerza a la situación. El guía se ríe y me relaja. Llegamos al muelle antes que todos y cuando pisamos tierra, el mismo viento que nos hizo correr, se calla.
El lago Elizalde está 30 kilómetros al sur de la ciudad de Coyhaique.
Hostel recomendado: Huella Patagónica. Está ubicado en el centro de la ciudad.
Este paseo en kayak lo organiza Huella Patagónica Hostel. No necesitás experiencia previa.
8. Trekking al Ventisquero Colgante (Parque Nacional Queulat)
Dos días. Eso fue lo que tuvimos que esperar para caminar hasta el Ventisquero Colgante. Hoy está nublado, y si bien el pronóstico no anuncia lluvia, la pregunta de si lo vamos a poder ver o no sigue nuestros pasos.
Desde que cruzamos un puente colgante siento un perfume en el bosque que no sé de qué planta o flor viene. Me hace acordar a jabón y a jazmín a la vez. Me pregunto cuándo habrá sido la primera vez que caminé por un bosque así y no encuentro recuerdos en mi memoria. Es que creo que como éste no hubo ninguno. Los bosques del sur de Chile son únicos en su especie: son suaves y fuertes, se visten de sonidos y son el alma de una región que sin ellos no es nada.
Ya lo dijimos en este post: el agua en Queulat desborda. Se filtra por las grietas de las rocas, viaja por los tallos de las ramas, resbala por las hojas. Si no es de lluvia, es de vertiente. Si no nos moja, nos da sed. Caminamos sobre rocas, troncos, arroyos y el bosque se nos mete en los pulmones. Escuchamos de lejos la melodía de dos cascadas y las nubes están tan altas que sí, está ahí, ¿lo sentís? Dos pasos, una curva en subida y el Ventisquero Colgante que sacude nuestras pupilas con la soberbia propia de la naturaleza. Nos quedamos callados y quietos. No hay nada más que hacer.
El Ventisquero Colgante está dentro del Parque Nacional Queulat, a 21 kilometros al sur de Puyuhuapi.
Nos hospedamos en unas cabañitas de pajaritos hermosas que se llaman Aonikenk Karho. También tienen sector de camping.
Para ingresar hay que pagar una entrada ($5.000 pesos chilenos = AR$ 156) (tarifas para extranjeros durante el 2017). Se puede acampar en las zonas de acampe habilitadas. + info en este link
9. Trekking al Ventisquero Amarillo (Parque Nacional Pumalín)
El mapa dice que son 10 kilómetros en línea recta. Nos ponemos las zapatillas de trekking, agarramos los bastones, guardamos unas paltas en la mochila y salimos. Aunque hayamos caminado por casi todos los bosques que encontramos, los bosques no nos cansan. No hay uno igual al otro. Es como si todas las texturas y todos los perfumes se pusieran de acuerdo para no llamar la atención en los mismos lugares a la vez. Hay un romanticismo con la vida al natural que hace que en cada camino veamos detalles distintos.
El bosque y la sombra. La tierra húmeda y el pie que se hunde. Un puente de madera y el sol que arde. La piel pidiendo otra vez sombra. El pastizal amarillo y las flores púrpuras. El bosque quemado. El suelo minado de piedras volcánicas. Arroyos, saltos y árboles blancos caídos como piezas de dominó. Suelos color ceniza que se parecen a la luna. Laderas verdes que me hacen acordar a una película de la que siempre me olvido el nombre. Ríos con torbellinos. Pisos de hielo negro y una lengua glaciaria que podría ser la lengua del universo. Sí: Pumalín es un portal a otro mundo.
El Ventisquero Amarillo está dentro del Parque Nacional Pumalín (sector Sur), a 24 kilómetros de Chaitén, en la región de Palena (Región X).
Solo tenés que pagar una entrada si querés acampar ($6.000 pesos chilenos por día = AR$ 181) (tarifas para extranjeros durante el 2018). + info en este link
10. Trekking a las Cascadas Escondidas (Parque Nacional Pumalín)
Cuando vimos todo lo que se podía hacer y ver en Pumalín, dijimos que íbamos a volver solo para recorrer sus senderos y parar en sus campings. Hay caminos que llegan a lagunas, volcanes, cascadas y bosques. En total son 12. Y hay más de 10 lugares para acampar.
En el listado de caminatas hubo una que nos llamó la atención: Cascadas Escondidas (en la palabra “escondido” caemos siempre). Y si los bosques del sur de Chile nos gustaron, este se lleva el primer puesto.
Las hojas brotan de la tierra como si no conociesen los límites del cielo. La barba de indio decora las ramas de todos los árboles y el aire es tan puro que nos hace cosquillas en la nariz. El sol juega con las sombras y los pájaros bailan. Y si al final de todo sendero hay recompensa, el premio de este camino es un paraíso verde. Ese color está en el aire, en las piedras, en los árboles y en el agua. El verde es tan vivo que nos envuelve. Y mientras tanto el agua y su percusión. Y mientras tanto nosotros ahí, viviendo y absorbiéndolo todo.
Las Cascadas Escondidas están dentro del Parque Nacional Pumalín, 14 kilómetros al sur de Caleta Gonzalo y a 44 kilómetros al norte de Chaitén.
Solo tenés que pagar una entrada si querés acampar ($6.000 pesos chilenos por día = AR$ 181) (tarifas para extranjeros durante el 2018). + info en este link.
Si todavía tenés ganas de seguir leyendo, acá están todas las crónicas de nuestra aventura por la Carretera Austral.
Y si querés teletransportarte un rato, podés ver la película que filmamos de ese viaje.
☞ Este es un post patrocinado, lo que significa que realizamos las excursiones y dormimos en los hospedajes a cambio de mencionarlos en el blog. Nuestras opiniones son independientes, personales y objetivas, y están basadas en nuestra experiencia real.
Nicolas
Holaaa, me encanta lo que hacen!! Estoy armando un viaje por la parte norte de la carretera austral en bicicleta y me gustaría mucho hacer el trekking al ventisquero amarillo, pero no estoy seguro si es posible llegar al camping en bicicleta ¿Cómo lo hicieron ustedes?
La Vida de Viaje
Hola Nicolás, que lindo viaje tenés por delante! Nosotros llegamos con las bicicletas hasta el camping sin problemas, es todo por camino pedaleable. Nos quedamos unas noches disfrutando y descansando en el camping y aprovechamos para hacer esa caminata también. Suerte con ese viaje 😉 Saludos, Andrés
Franco Ruarte
Como estan chicos? Acabo de ver la pelicula de la carretera Austral y me encantó. Les hago una pregunta, por qué decidieron hacer la carretera de Sur a Norte?
y fueron desde El Chalten?
Jime Sánchez
¡Hola Franco! Decidimos hacerla de sur a norte porque arrancamos el viaje en enero y le calculábamos más o menos 2 meses y monedas para llegar a Puerto Montt. Entonces por un tema de clima (porque se pone muy frío el otoño en el sur), decidimos que lo mejor iba a ser en esa dirección. Además estaban Sol y Javi de Nación Salvaje para esa época en El Chaltén porque querían hacer el cruce por el lago del Desierto y quisimos cruzarnos con ellos. ¡Un beso grande!
Gustavo
Buenas, soy Gustavo de Tucuman, Argentina. Estoy armando mi viaje para recorrer la carretera austral en mi bicicleta y quería saber a la hora de hacer trekking y acampar en los parques, hay lugares seguros para dejar la bicicleta, donde las dejaban ustedes cuando realizaban las caminatas?
Me re gustó su blog, me dieron ganas de viajar ya mismo cuando leí todo.
La Vida de Viaje
Hola Gustavo! Que bueno que den esas ganas lo que publicamos ;). En cuanto a tu consulta siempre que dejamos las bicis en un lugar, aunque sea por un rato, quedan atadas. Pero si estamos en algún pueblo o ciudad y sabemos que nos vamos a ir varios días ahí si buscamos algún lugar “cerrado” donde dejar todo el equipo. Otra opción si estás en el medio de la naturaleza es alejarte bien de la ruta al medio del bosque y en algún lugar reparado dejar todo, marcarlo en el GPS y después a la vuelta volvés a buscarlo 😉 Esa es la más segura de todas jaja
William Vielma
me enamoré
Jime Sánchez
A todos nos pasa lo mismo ❤
zen
Maravilloso reportaje. enhorabuena chicos. un abrazo
La Vida de Viaje
Muchas gracias! Un fuerte abrazo 🙂