Litoral (2): una L invertida
Santa Fe para nosotros era una provincia de transición. Ni más ni menos. Servía de puente para conectar el brazo de Argentina (la Mesopotamia) con su corazón (el Centro). Después de andar durante cuatro meses por Entre Ríos, Corrientes y Misiones creíamos que la figurita del Litoral ya estaba en nuestro álbum de regiones luego de haber andado por decenas de caminos invisibles y por haber conocido las aguas brillantes de los Esteros del Iberá, las ondulaciones caprichosas de la selva misionera y las voces-eco de las Cataratas de Iguazú.
Pero no supimos leer entre líneas lo que nos mostraba el mapa: el camino que pensábamos trazar en Santa Fe formaba una perfecta L invertida. A simple vista esto no parece esconder ningún secreto pero sirvió de presagio: nuestro plan de recorrerla rápido porque “total no hay mucho para ver o hacer” se tumbó como fichas de dominó. Todo, como el mapa, salió al revés de lo pensado: el paso fue pausado y las paradas fueron dictadas por el pulso de la ruta.
De Goya (Corrientes) zarpamos en balsa rumbo a nuestra primera parada en Reconquista (Santa Fe). Llegamos con los últimos rayos de sol pero sabiendo que a pocos metros del puerto había un camping donde poder pasar la noche. Era domingo y la cantidad de lanchas y barcos en el agua y de personas y de autos en tierra era impresionante. Debo confesar que la primera expresión que me salió cuando vi todo este panorama es: “acá hay plata”. ¿Por qué? Porque veníamos de una provincia con rutas en malísimo estado, con una estructura bastante venida a menos y después de cruzar el río Paraná la película cambió por completo.
Pedaleamos hacia el camping y escuchamos una voz: “¡Jimeee!”. Miro para atrás, pero no hay nadie. ¿Me estará saludando a mí? “¡Hola Jime! ¡Bienvenidos!”. Sí, Jime.. claramente te está saludando a vos. Una mujer y un hombre nos abrazan con fuerza, pero no sabemos quiénes son. “Los seguimos en el blog, somos Alejandra y César”. Claro, a veces nos olvidamos que estas letras virtuales viajan a través de la pantalla de miles y miles de personas que en silencio siguen nuestra aventura. Nos quedamos con ellos tomando mate y charlando y cuando la luna roja empieza a asomarse, nos vamos hacia el camping para descansar.
Ahora que me pongo a pensar, el viaje por Santa Fe fue raro. Quiero decir: fue espontáneo. Las conexiones se dieron de una manera tan natural y a la vez tan impensada que ahora que tengo que bajarlo a palabras me sorprende cómo se fue uniendo todo.
Al día siguiente nos pasó a buscar Pablo, otro lector del blog que está planificando un viaje en bici por Argentina. Ni él ni nosotros nos esperábamos lo que iba a venir después: una sincronía perfecta en la cual cinco personas coincidieron en una rotonda. El escenario era el siguiente: nosotros con nuestras bicis y de “civil” (es decir, vestidos sin las prendas típicas de un ciclista), Pablo con su casquito y su bici lista para acompañarnos los kilómetros que distaban del camping a su casa, un hombre de unos 50 y pico de años que estacionó su camioneta blanca en la banquina y un hombre-abuelo con gorrito rojo, tonada española y una bicicleta cargada de alforjas.
Justo esa mañana nos preguntábamos dónde estaría Frederic. Porque el de gorrito rojo está dando la vuelta al mundo con 74 años y veníamos detrás de sus pasos con todas las intenciones de cruzarnos con él y conocer su historia. Y así, sin buscarlo, sucedió:
La pedaleada de Pablo, Andrés y yo fue silenciosa: ninguno de los tres quería hablar porque las palabras de Frederic seguían dando vueltas en nuestra cabeza como voz en off. Porque a veces conversar con otra persona se convierte en un viaje en sí mismo y las palabras un látigo. No se pueden cerrar los ojos ni los oídos frente a una persona que te dice, sin vueltas ni pretextos, viví. Salí a vivir.
Hacían 30 grados en Reconquista pero él vestía borcegos, jean negro, remera de manga larga, cuellito y el inconfundible gorrito rojo que no se lo saca ni para comer
Y ahí vá. Libre, feliz, liviano
Los días siguieron de paseo. Pablo nos llevó al museo de arqueología donde conocimos la historia de los abispones (nómadas que habitaron el territorio de Reconquista a finales del siglo XVII), nos mostró sus libros, sus poemas y nos compartió su pasión por la historia. Pero lo que más nos llamó la atención fueron sus ojos brillantes cuando nos contaba las ganas de salir a viajar, las ideas que tenía para financiar su aventura y el entusiasmo contagioso de querer cumplir su sueño de una buena vez.
Lo frenaba solo una cosa: dos años de facultad y el miedo de su madre sobre “qué vas a hacer en un futuro”. Y me pregunto por qué siempre está este fantasma latente, por qué lo asociamos a los viajes o al cambio de rumbo cuando uno decide hacer algo que socialmente no está del todo aceptado (aunque cada vez seamos más los que logramos hacer del viaje un estilo de vida y un trabajo). Por qué postergamos sueños por miedos propios o ajenos, por qué perdemos el tiempo mirando un futuro que vamos construyendo con cada paso, por qué el cambio no es bien visto cuando es inherente a nuestra vida.
Anduvimos por caminos de arena y por vías de otros tiempos
Vimos atardeceres con mate en mano (y nos dieron ganas de acampar ahí abajo)
Pablito, su madre, las bicis y nosotros antes de partir hacia el sur de Santa Fe
La siguiente parada fue Romang. Entramos con intenciones de frenar en la plaza para que Alan (un amigo de Pablo) nos pase a buscar, pero en el medio: unos albañiles se pusieron a conversar conmigo en el medio de la calle, un señor llamado Ángel (o Tete para los amigos) esperó a que termine nuestra charla para convidarme unos mates y decirme “que tu sonrisa ilumine el mundo, pero que el mundo no apague tu sonrisa”, Fabián (que ya nos seguía por el blog) vio a Andrés pasar y agarró la bicicleta para frenarlo y decirle que nos había escrito por Facebook hace unos días y que podíamos arreglar para juntarnos a comer y en eso pasa un amigo suyo (Alem) y sin bajarse de la moto nos grita a los cuatro vientos: “¡USTEDES DOS A LAS 9 EN CASA!” y Alan que llega y recibe la invitación de que esa noche nos juntamos todos a cenar y él tiene que ver con quién deja a su hija de tres años para ir con su mujer a la casa de Alem.
Y nosotros en el medio de todo este revuelo. Y en lugar de quedarnos solo un día en Romang como lo planeado nos terminamos quedando dos. Y los dos días nos acostamos a las cuatro de la mañana por el asado, las cervezas, los mates, las tortas fritas y las charlas viajeras.
Acá estamos todos antes de partir: Alan, Alem y Fabi.
Alan hace unos meses publicó su primera novela “Quién es quien cuando todo oscurece”. La tengo en mis manos y es un thriller genial (hace envíos a todo el país). Así que les recomiendo que pasen por su blog El blog de Alan Cena para leer algunos capítulos. Además tiene consejos para escritores y lecturas recomendadas y todo eso que nos gusta a nosotros que amamos escribir y leer.
Sorpresitas (y chistecitos) del camino
Quedó con la lengua afuera
Después de casi tres años aprendimos cómo se puede mantener parada la bici inclinando el carrito. Eso pasa por no leer manuales
El amanecer que Andrés vio en la costa…
…yo lo vi desde la carpa 😉
Pedaleamos en asfalto limpio
Y en caminos de arena y tierra
Nuestra ave preferida: el Martín Pescador
¡Ojo, eh!
Sonrisa de 6 de octubre = Sonrisa de que al día siguiente vas a festejar tu cumpleaños en la ruta
Y el 7 de octubre (¡feliz cumpleaños a mí!) amanecimos acá: en un galpón que nos protegió de una tormenta que nunca llegó en el pueblo María Luisa
Buscando el desayuno en la alforja
“Disculpen chicos, pero no me quiero quedar con la intriga y soy muy curioso… ¿¡de dónde vienen!?”
Mi cumpleaños lo festejé en Humberto Primo. Ariel (un amigo que sigue nuestro viaje desde que empezamos toda esta aventura de recorrer la Argentina en bici) nos esperó con dos amigas en la entrada del pueblo. Pedaleamos juntos, nos fuimos a su casa y a las dos horas partimos hacia el Vivero Mis sueños.
¿Se acuerdan de que en Misiones presenciamos un taller sobre agrofloresta, pero como nos teníamos que ir a Posadas solo aprendimos de qué se trataba y nada más? Bueno, en Santa Fe pudimos cerrar ese círculo: recorrimos la huerta y granja agroecológica, probamos yuyos, conversamos sobre plantas aromáticas y degustamos los sabores reales de las frutas y las verduras
Si tienen la oportunidad de ir a Humberto Primo, tienen la obligación de pasar por Vivero Mis sueños. Lamentablemente no tiene mucha difusión, así que el que quiera saber más y aprender sobre esta técnica, pueden ponerse en contacto con Danilo e Ivonne a través de su página de Facebook
El rey de la granja
El que busca llamar la atención
El que medita
A la noche festejo de cumpleaños con torta sorpresa. ¡Gracias a todos!
De Humberto Primo nos fuimos hacia Sunchales. El plan no era entrar a la ciudad sino seguir hacia Córdoba, pero entramos igual acompañados por Gustavo que nos fue a buscar a la ruta. La idea era dar una vuelta por la plaza, pero en menos de 10 minutos ya nos estaban haciendo una nota para un canal local, teníamos un departamento solo para nosotros y un asado a la noche con todo este grupo de ciclistas que nos trataron súper bien 🙂
Al final Santa Fe sí que fue un puente: un puente para unir personas e historias
viviana quiroz
hola me encanto me emocione estoy en un grupo de ciclismo preparándome para hacer ciclo turismo y es un sueño para mi concretar hacer viajes en bicicleta por argentina
Pingback: Anotaciones de un viaje por Córdoba (parte 1) | La Vida de Viaje
Alcibiades kalambas Bernal
de nuevo encantador el relato… fuertes emociones del pedaleo.
La Vida de Viaje
Gracias Alcibiades!
Nanu
En algún lugar del blog leí que van a estar en Expo Bici… y ahora no lo puedo encontrar!!!
Son lo mas! Espero poder verlos en BA!
<3
La Vida de Viaje
Hola Nanu! Lo publicamos en Facebook! 🙂
Nati Bainotti | Mi vida en una mochila
Aii son tan Santa Fe esos paisajes! Ya sabés Jime, te quedó Rafaela pendiente jajaja Y me dieron ganas de ir a Humberto Primero al vivero ese la próxima que vuelva a casa! =) Beso enorme!!
La Vida de Viaje
Jaja sí! Nos quedó súper pendiente, ya vamos a ir (lo dejamos en stand by para cuando vos vuelvas jajaj). NO dejes de ir al vivero que te va a encantar. Es muy vos ese lugar ❤
charly
Que lindo chicos lo que hacen eso de viajar libres por donde los lleven la vida y las bicis. Mucha suerte y bendiciones!!!
La Vida de Viaje
Muchas gracias Charly!
Estela y Edgardo
En todo viaje los paisajes nos inspiran, pero lo más importante es toda esa gente con la que tenemos la oportunidad de compartir. Un fuerte abrazo … y sigan viviendo (viajando) !!!
La Vida de Viaje
Es así! Como ustedes en Entre Ríos y nuestra querida Gualeguay! Muchos abrazos, ojalá nos veamos pronto!
guillermo
bastión de patria PROVINCIA DE SANTA FE