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La Vida de Viaje - Mi forma de volar

Mi forma de volar

Este texto lo escribí en mi cuaderno después de pedalear los primeros 154 kilómetros de Carretera Austral que contamos en este post. Podría publicarlo en cualquier momento pero quise hacerlo ahora, después de la segunda crónica, para que vean cómo un camino te puede volar la cabeza y cambiar la forma de ver tu mundo en tan poco tiempo.

La verdad es que la quería revolear por un barranco y no verla nunca más. Me cansó tanto que en lo único que pensaba era en volver a mi vida sedentaria y olvidarme del nomadismo por unos meses o incluso años. Me fastidiaba parar en casas que no eran la mía, no tener un escritorio, no poder decir que no cuando nos hacían una invitación, no tener un espacio propio, no poder pasar un día entero en pijama tirada en la cama, hablar todo el tiempo sobre mi vida y mis viajes. Y toda la culpa la tenía ella. Por ser flaquita, por poder cargar solo unos bolsos y nada más, por no darme ese techo con ventanas que tantas veces necesité. Me irritaba ella, me irritaban todos, me irritaba yo.

La Vida de Viaje - Mi forma de volar

La ruta de las preguntas fue la que colapsó mi paciencia: entre el frío que me frisaba la capacidad de pensar, el viento que me paralizaba el cuerpo, un novio que no entendía lo que me estaba pasando y una provincia que no me entusiasmaba recorrer —el interior de Buenos Aires—, llegué a mi límite. Estuve a punto de subirla a un camión, cambiarme de ropa, llegar a casa, vender todo y dedicarme a otra cosa. Hasta la escritura de viajes ya no tenía sentido como tampoco los blogs ni los viajeros —como nosotros— que contaban sus experiencias en las redes sociales. Todo entró en la misma bolsa. Estaba en una crisis existencial con sabor a final infeliz.

Decidí entonces que era momento de hacer otras cosas, de darle vida a otros proyectos que me inspiraran, de alimentar a mi otro yo que ama pasar horas en su cueva para crear, para escribir, para leer, para hacer nada y todo a la vez. Y en solitario, como muchas veces me gusta estar. Una vez en Buenos Aires, a mi habitación la llamé “hogar de creaciones”, aunque después de unos meses empecé a pensar que mi hogar no podía depender de una geografía o de un lugar en particular, que la sensación de hogar la debería llevar conmigo siempre y que eso era lo que tenía que aprender: mi hogar es la escritura, mi hogar soy yo y mi metro cuadrado esté donde esté.

Descubrirlo me ordenó la cabeza y me ayudó a amigarme con mi individualidad. Acepté que amo tanto el movimiento como la quietud y que es ridículo que las haga competir entre sí. Sería como nadar contra la corriente de mi/nuestra propia naturaleza. A esas dos mujeres que soy las tengo que cuidar y atender por igual, y darme cuenta de esto me devolvió el oxígeno que me estaba faltando.

La Vida de Viaje - Mi forma de volar

Después de estar más de seis meses conmigo y re-conocerme, de separarme y volverme a reencontrar con Andrés —sí, pasamos por una mega crisis a fines del 2016— y de alejarme de este mundo virtual por un rato —por eso durante varios meses del año pasado no actualizamos el blog—, el bichito de la ruta me empezó a llamar otra vez. Lo esquivé durante varios días, le tuve miedo y me tapé los oídos, me repetí “nonono, yo ya no elijo eso”, pero no hubo caso. La ruta quería que le dé una segunda oportunidad y todas las coordenadas apuntaban a la Patagonia chilena.

La Vida de Viaje - Mi forma de volar

La Carretera Austral estuvo en el puesto número dos de “rutas que quiero pedalear alguna vez en la vida” después de la Ruta 40. Tantos viajeros nos la nombraron que no me pude resistir demasiado. Me costó un par de días decidirme y a apostar otra vez a esta vida de viaje de a dos que alguna vez había elegido. Pero pensar en un nuevo viaje en bicicleta me hacía dudar. Al principio la miraba de reojo. Pelada no me gustaba, cargada me espantaba. Pero más allá de esas sensaciones me parecía linda, prolija y sencillamente simple. Durante los primeros kilómetros por Argentina, desde El Chaltén al lago del Desierto, el viento me hizo apretar los dientes y gruñir. “Con la Carretera Austral me despido de la Patagonia en bicicleta”, dije. Y otra vez dudé de si esto era lo que quería o no.

La Vida de Viaje - Mi forma de volar

Cruzamos la cordillera y desde el sur empezamos a subir por una delgada línea de ripio. Buscando el norte me crucé con colibríes —amo los colibríes, nunca vi tanto juntos—, lagos turquesas, glaciares colgantes, cascadas brillantes, flores amarillas y rojas en la banquina, hojas más grandes que las dos palmas de mis manos juntas, paredes de piedra que no me cansaba de mirar, curvas que me sedujeron con sus zigzagueos, pendientes verdes que se pierden entre el bosque y bajadas que me hicieron reír como cuando me tiraba del tobogán en la plaza del barrio.

En la Carretera Austral llueve muchísimo, pero nunca pensé que mojarme me iba a importar tan poco si gracias a ella el bosque se viste de magia. En la Carretera Austral hay subidas muy empinadas sí, pero al caminarlas pude ver cóndores planeando al lado mío. En la Carretera Austral no reniego de viajar de a dos, adoro y valoro cada risa y cada abrazo como en ningún otro viaje. En la Carretera Austral la naturaleza tiene tanta fuerza que creo que fue ella la que me insistió en voz baja a animarme a viajar; ahora, a la distancia, todo tiene sentido. En la Carretera Austral me reencuentro con la escritura como una forma de traducir lo que siento y vivo. En la Carretera Austral le dije a Andrés que me encantaría, al menos por un rato, convertirme en pájaro y poder volar. Y es en la Carretera Austral donde encontré que la bici es mi forma de volar.

La Vida de Viaje - Mi forma de volar

Hace un tiempo publicamos este post, donde Nati Sarro —viajera, coach y escritora— reflexiona sobre el hambre de hogar y el hambre de mundo. No lo dejes de leer, no lo pudo haber escrito mejor ❤

Muchas veces me sentí una desubicada por estar en crisis en pleno viaje haciendo lo que me gusta. Pero no, a todos nos puede pasar. Aniko del blog Viajando por ahí, escribió sobre el síndrome de París y el lado oscuro de los viajes. Esta fue su catarsis.

De este viaje nació una película: “1247: La Carretera Austral”. Para verla online, hacé click acá.

Escritora y nómada digital. Viajo desde el 2013 y comparto en este refugio digital mi estilo de vida. Me apasiona la escritura y sobre todo inspirar y animar a través de la palabra. También escribo en luzyhumo.com y mi primer hijo de papel se llama Letras Luz. Dicto talleres de escritura y de viajes, no puedo vivir sin mis libros y cuadernos, y soy fan de la autoexploración.

Comments

  • Paulo Mota
    13 julio, 2017

    Hermoso, salvaje y con poesia. Soy de Porto Alegre y tengo ganas de hacer el camino de La Carretera en bici.
    Gracias por el bonito relato.

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  • Maxi
    18 mayo, 2017

    Muy buena historia!! Gracias por compartirla. Muy inspiradora. Y la frase: “un camino te puede volar la cabeza y cambiar la forma de ver tu mundo en tan poco tiempo”, está para colgarla en un cuadro o hacerla remera!! XD. Saludos y a seguir viajando!

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  • Rodrigo
    16 mayo, 2017

    Hermosa narración, hay sentido de pertenencia en una libertad plena con la naturaleza, me gustó mucho, se nota como disfruta.

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  • Ale
    15 mayo, 2017

    Muy buena historia.
    Me gusto mucho.

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  • Sonia
    14 mayo, 2017

    No es facil,supongo,no sé por cuánto tiempo será q dure pero les ánimo q mientras sea y dure lo hagan disfrutándolo, yo quisiera hacer por tramos de provincia quizás La ruta 40 u otros destino.. todavía nompuedo por varias razobes,ya llegará el momento, de disfrutar ver esos detalles q relatas de La naturaleza, les ánimo..un abrazo ciclistaaaa!

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  • Geraldine
    14 mayo, 2017

    Muy lindo texto Jime! Me alegro que hayas logrado pasar la crisis y sigan la vida de viaje juntos.

    Igual podemos buscar sponsor de cuatris no? ?

    Que ganas de conocer esa carretera. El sur… mágico por donde lo mires.
    Besos a los dos!

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  • Maru
    13 mayo, 2017

    Todos pasamos por esas crisis viajeras que hasta nos hacen sentir culpables. Ya sabes, amiga, que 2016 también fue mi año de crisis así que leí cada palabra como si hubiera sido mía.
    Te quiero!

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  • Ricardo
    13 mayo, 2017

    viajamos x esta carretera en Diciembre pasado es un espetaculo para ver no se puede contar

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  • Pablo Rumie Vittar
    13 mayo, 2017

    El poder de restauración de la vida que nos da la bicicleta, el tiempo a nosotros mismos y poder compartirlo. Gracias por ello.

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  • dani
    13 mayo, 2017

    Hola Jimena y Andres…. Buenisima tu sinceridad, que en algun momento aparecen los fantasmas de las crisis….existenciales..? rutinarias..? cansancio fisico y mental..? y lograr salir … con determinacion en un lugar inspirador como la carretera austral…. Abrazo grande amigos, y que siga la travesia…. ! buenas rutas..!!

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  • Gabriel
    13 mayo, 2017

    Brillante

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  • Federico
    13 mayo, 2017

    Me encantó, me haces viajar con solo leerte, ¡espero alguna vez viajar en bicicleta por esa ruta! Te mando un abrazo.

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  • Farners
    12 mayo, 2017

    Genial post Jime, tarde o temprano los sueños siempre vuelven, aunque a veces nos cueste decirles que sí. Admiro tu fuerza. Un abrazo y a seguir volando!

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  • Camu - Trayectorias en Viaje
    12 mayo, 2017

    Mientras recorríamos la Carretera Austral a dedo, pasaban muchas cosas por la cabeza. Entre ellas, dos se contraponían fuertemente. “Me encantaría hacer esta ruta en bici” y “No entiendo a los locos que hacen esta ruta en bici”. Cuando leí las crónicas de su paso por allá, volví a tener esas reflexiones. Odio el frío, me aburren los paisajes de ensueño y sin embargo amé la Carretera Austral. Su historia y su presente, sus misterios, sus tragedias, su vida plena.

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  • gaby
    12 mayo, 2017

    Tan bien nos transmitis esas vivencias..fatiga..agotamiento..pero al fin la rcompensaa que te regala la naturaleza !!

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  • Angie
    12 mayo, 2017

    Por un ratito volé con vos.

    reply

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