Redescubrirnos (o dejar lo conocido y empezar algo nuevo)
“La renovación, la vivificación, tiene lugar en el agua, en el redescubrimiento de lo que realmente consideramos verdadero, de lo que realmente consideramos sagrado”. Clarissa Pinkola Estés – Mujeres que corren con los lobos
Alguna vez, no hace mucho tiempo, empezamos a soñar. En realidad nuestras alas —como las de todos— comenzaron a levantar vuelo cuando eramos niños, pero los miedos, la rutina, las obligaciones, el trabajo, la edad… los sueños grandes que nos animábamos a crear poco a poco se esfumaron y se reemplazaron por otros donde la imaginación no tiene lugar. No nos animamos a correr riesgos o a vivir desafíos fuera de lo “normal” o “correcto” y así observamos la vida sentados en la orilla.
¿Por qué no volver a soñar en grande? Aunque la palabra “grande” sea completamente subjetiva y represente cosas distintas para vos y para mí. Aunque tengamos que reorganizar nuestras prioridades y el calendario. Volver a ser niños, tomar carrera y saltar confiando en nuestro vuelo y en el Todo que nos sostiene, siempre.
En el 2012 viajamos al Norte argentino como mochileros. Fue un viaje bisagra que cambió nuestras vidas por completo. A partir de ese momento los sueños se fueron escalando: el viajar como estilo de vida, la escritura y la fotografía como trabajo, la bicicleta como alfombra mágica, Ushuaia-La Quiaca y sus más de 6000 km como travesía iniciática.
En el 2013 lo imposible se volvió posible: pedaleamos durante nueve meses desde el fin del mundo hasta la Puna jujeña. Un ciclo que empezó y terminó con alegrías y melancolías, incertidumbres y certezas: “estamos donde queremos estar (Argentina) haciendo lo que queremos hacer (viajar)”.
En el 2014 vivimos tres meses dentro de un Parque Nacional con la idea de entrenar para una futura travesía en kayak que quedó guardada en algún cajón de pendientes. También salimos a dar una vuelta en bici por Uruguay para volver a sentir por un ratito la adrenalina de la ruta.
En el 2015 continuamos nuestro viaje en bici por Argentina (que aún sigue vivo) y en el 2016… ¿por qué no soñar en grande otra vez? ¿Por qué no dejar por un rato lo conocido y empezar con algo nuevo?
Dejar la tierra por el agua y las rutas por los lagos.
Andar por lugares poco habitados donde el hombre es un simple testigo de la vida sin que intervenga ni su mano ni su palabra.
Lugares que solo son.
Lugares que solo existen para ser redescubiertos con nuestra voz y mirada.
El plan: remar los lagos Gutiérrez y Mascardi y sumarle el desafío de darle la vuelta completa al Nahuel Huapi y sus 400 km.
Primera travesía (o la vuelta por casa)
Hay lugares-hogar. Son geografías conocidas que nos hacen sentir cómodos y donde nos movemos con pasos seguros. Anduvimos por el Gutiérrez en enero de 2014 y volver dos años después fue como regresar a nuestra casa: sabemos cómo sopla el viento, en qué costas parar, dónde queda Punta quilombo, Piedra de la gaviota y El paredón.
Darle la vuelta implica remar 25 km o la cantidad de kilómetros promedio que remaríamos por día en el Nahuel. Por eso cargamos en los kayaks todo lo que necesitaríamos en esa travesía para acostumbrarnos a remar con peso: carpa, bolsas de dormir, aislantes, colchonetas, marmita, ropa técnica y comida.
Para Andrés esta vuelta no significa mucho porque es guía de kayak y ya lleva remados varios kilómetros en este lago, pero en mi caso representan mis primeros 25 km sobre el agua.
Las primeras remadas las analizo con lupa en mano: “¿estaré haciéndolo bien? ¡No remes con los brazos, remá con la espalda! Se me está yendo el kayak para la derecha porque estoy llevando la cuchara demasiado atrás cuando remo con la izquierda”. Dos meses de entrenamiento y mi cabeza es como un fichero con cientos de hojas repletas de anotaciones técnicas.
Me relajo.
Fluyo con el agua.
Y es en ese espacio donde sucede la magia.
El Gutiérrez es un espejo: el agua se seda cuando los soplidos del viento se enmudecen. Las nubes habrán viajado kilómetros hacia otra región porque en este instante el cielo está celeste y sereno. Las montañas, de cerca y de lejos, acompañan los círculos infinitos que dibujamos en el aire cuando movemos los brazos para empujar el agua una y otra y otra vez.
Durante los primeros metros bordeamos una costa con casas de ladrillos, paredes azules, puertas de madera, techos amarillos, rutas, caminos, muelles y puentes. En el agua pasamos a ser testigos de esa realidad urbanizada y nos volvemos cómplices de una naturaleza que late en mil sonidos. Somos observadores de los árboles milenarios que descansan en la costa y de las gaviotas volando con dirección al sol.
No importan los metros de profundidad sino la vida en esa profundidad: el inframundo de troncos color ceniza, los caracoles de agua, las algas y sus vaivenes, los peces y sus saltos, las piedras frías.
La playa y el descanso. El paisaje sala nuestro almuerzo de pan, tomates y queso. Es el contexto el que convierte algo de todos los días en un manjar.
El agua que refresca la piel.
El agua que vivifica.
El agua como redescubrimiento de lo que somos: una estación, un paréntesis de existencia, un fenómeno inexplicable. Porque todo lo verde que vemos vive desde que nació el tiempo.
Los próximos kilómetros son ocres y verdes. Remamos por la costa donde vive el bosque y un zorro nos mira y corre. Los árboles tupidos, la ráfaga que despierta olas y el reflejo del sol como luciérnagas en la superficie. El aire caliente y frío acompaña nuestra velocidad caracol que nos abre las pupilas. Alcanzamos a tocar con los sentidos el paisaje que nos habita.
Redescubrir lo que es verdadero.
Redescubrir cuál es el sentido de la vida.
Redescubrir que el mundo objetivo no existe si millones de ojos subjetivos lo observan.
Redescubrir que desde el agua ampliamos la mirada.
Los sueños nos permiten redescubrirnos.
Los sueños son llaves para que podamos extender nuestros límites.
Los sueños (o esas imágenes difusas que de verdad existen en otra dimensión) funcionan como avisos: si los alcanzamos a ver es porque tenemos la posibilidad de hacerlos reales.
El lago Gutiérrez fue la primera prueba piloto. La siguiente es el lago Mascardi, una travesía de tres días y más de 60 km.
Stefy Alvarez Argento
Hermoso relato Xime ! Que experiencia alucinante!!! me transportaste por un rato al agua, a conectarme con la naturaleza y escuchar los sonidos que la habitan. Se extraña mucho el sur y el estar en movimiento ! Ustedes siguen en Bari o ya arrancaron ?? Sigan disfrutando !!!
PD: Empecé a leer a Pinkola ;D
La Vida de Viaje
Hola Stefy! Qué linda, gracias! Seguimos en la Patagonia, nos vamos a quedar unos meses para descansar y ponernos al día con el blog y otros proyectos que están en puerta 🙂 Qué bueno que hayas empezado a leer “Mujeres que corren con los lobos”, te va a encantar! Un abrazo enorme!
Pablo
Gracias!!!!!!!!
Pingback: Mucho más que agua | La Vida de Viaje
Tatiana
“Porque todo lo verde que vemos vive desde que nació el tiempo.” Me encantó.
La Vida de Viaje
Gracias, Tati! Nos vemos por el camino!
Eliana
Sus fotos siempre me fascinan, pero estas en particular me atraparon, por un momento me fui con ustedes y contemplé esa naturaleza callada y fluyente al mismo tiempo, que maravilloso desafío el que se han planteado para este comienzo de año, como si no fuera poco pedalear, ahora se atreven a remar. Me gusta además ese recuento que haces al principio sobre todos sus retos planteados y cómo han llegado hasta este lugar en el que han dispuesto sus vidas a la aventura y a conocer una parte del mundo de la mejor forma como puede hacerse, sin prisa y con la mirada siempre puesta en el asombro. Son parte de admiración chicos, los saludo y los abrazo.
La Vida de Viaje
“Sin prisa y con la mirada siempre puesta en el asombro”. Gracias por tan lindas palabras Eliana ❤
Andrés Alejandro
Hola, un gusto chicos! Muy bueno el relato y muy lindos paisajes.
Lo que me gustaría saber es que cámara usaron para las fotos, son muy nitidas y profundas.
Gracias y saludos
Andrés
La Vida de Viaje
Hola Andrés, de este lado el otro Andrés. Te cuento que uso una Canon 60D con un filtro polarizador y después me tomo el trabajo de elegir y editar una por una las fotos tratando de darle esa profundidad y nitidez que vos decís. Un fuerte abrazo!
Nanu
Tremendas fotos!! Me encanta leerlos, seguirlos.. son inspiradores! Mucha luz y felicidad!!
Abrazo gigante para ambos.
La Vida de Viaje
Gracias, Nanu! Felices de poder compartir esta nueva experiencia con todos. Un abrazo grande!
Marita
Hay chicos me hicieron emocionar, que hermosura lo que relatas Jime, y tus lindas fotos Andrew.Como me alegra que disfruten tanto este nuevo DESAFIÓ, dejaron `por un tiempo las bicis y ahora a los kayakas. LOS FELICITO. Suerte y Éxitos con el Nahuel Huapi…… LOS QUEREMOSSSSSSSSS
La Vida de Viaje
Muchas gracias, Marita! Los adoramos también!