La suerte del viajero (o cosas que pasan mientras uno viaja)
Bocinas. Autos. Colectivos. Micros. Ruido. Edificios. Personas caminando hacia todas las direcciones. Llegamos a Salta Capital y nuestros cinco sentidos tuvieron que activarse lo más rápido posible al caos de la ciudad y a lo mal y rápido que se maneja. Justo coincidimos con la Fiesta del Milagro (la celebración religiosa más importante de la provincia que convoca en el mes de septiembre a miles de católicos de todo el país que le agradecen y entregan su fe a la Virgen y al Señor del Milagro), algo que no nos simpatizó por las aglomeraciones de gente en la plaza principal. Sepan entender: venimos hace meses escuchando los sonidos de la naturaleza y el ajetreo de las grandes ciudades no nos gusta ni un poco (esto me hace pensar en lo difícil que va a ser la vuelta a Buenos Aires…).
Por suerte nos esperaban en una hostería a diez kilómetros del centro. Esta es la razón por la que no tenemos fotos del corazón de Salta, que aunque es muy pintoresco, nos hizo acordar al microcentro de la Capital Federal. Descansar unos días en el barrio Vaqueros nos devolvió esa armonía que habíamos perdido en alguna esquina salteña.
El segundo día de nuestra estadía en Salta tuvimos la suerte de vivir la experiencia del Tren a las Nubes
Dicen que todo pasa por algo y de la hostería nos tuvimos que ir porque iban a hacer unos arreglos en las habitaciones. Días antes de llegar a Salta una persona nos escribió a través de Facebook ofreciéndonos alojamiento en su casa, así que nos volvimos a comunicar con él y por suerte, la invitación seguía en pie. Horas después llegamos al barrio Grand Bourg donde conocimos a Enrique y Cristina, una pareja con una gran historia de vida y de amor (se las resumo: ella se enamoró profundamente de él la primera vez que escuchó su voz por teléfono, a los días lo conoció personalmente pero porque un amigo le quiso presentar a otra chica -algo que no prosperó-, siguieron siendo “amigos” por carta por muchísimo tiempo -él era Gendarme y de Misiones se escapaba a Bariloche para verla- hasta que un día se reencontraron, se declararon su amor, de un día para el otro se casaron y hoy siguen tan enamorados como el primer día. Colorín colorado, este mini-cuento romántico se ha terminado).
La imagen estresante de la capital de Salta se fue disolviendo en nuestros recuerdos y fue reemplazada por historias, sobremesas, charlas, risas y dos personas llenas de ternura y alegría.
Algunos de los momentos que vivimos con Enrique y Cristina
¡GRACIAS!
El día que salimos para Jujuy paramos a almorzar en un puesto al costado de la ruta. Un señor escuchó sobre nuestro viaje y nos invitó la mitad de las empanadas.
De Salta nos fuimos a San Salvador de Jujuy, que si bien sigue siendo una capital, el “shock” fue menos duro: por lo menos los autos y los colectivos paran en las esquinas y te dejan pasar, no hay tanta gente en la calle y por suerte alguien nos esperaba con las puertas abiertas. Guada (loca, divertida y amante de la fotografía) nos recibió en su casa a unas pocas cuadras del centro. Por enésima vez en el viaje son las personas que se cruzan en el camino las que determinan el recuerdo que uno se lleva de los lugares por los que pasa.
Para llegar desde Salta a Jujuy uno puede ir por autopista o por el Camino de Cornisa, un sector de la Ruta 9 que atraviesa las Yungas (o la selva de la montaña)
Durante el camino hay tres diques: Campo Alegre, Las Maderas y La Ciénaga (donde tiramos la carpa y dormimos)
Después de dos días en San Salvador salimos para Purmamarca, un pueblito muy pintoresco a 65 kilómetros de la capital. La ruta es muy dura, hace frío, las subidas son constantes y el cielo amenazaba con llover en cualquier momento. Ninguno la estaba pasando bien y terminamos muy cansados. Llegamos a eso de las seis de la tarde y nos fuimos directo al Hotel Killari donde por suerte pudimos pasar unos días después de sufrir en la ruta.
Al día siguiente nos despertamos con una mañana que lo único que prometía era muchísimo frío. Donde menos esperábamos que el calor intenso mute a un frío helado, empezamos a ver caer agua nieve a través de la ventana. Por suerte ese día quedó como una anécdota y 24 horas después el sol ardía en la Quebrada.
Empezamos a caminar por las calles de tierra hacia el mirador del Cerro de los Siete Colores. Andrés (que disfruta como un niño trepar y moverse entre las rocas) sube hasta la cima del mirador. Yo prefiero quedarme en la mitad del sendero y sentarme en una piedra para mirar esa montaña de tantos colores que tengo enfrente de mis ojos.
Hacía tiempo que no sentía tanta paz. Hacía tiempo que no me conectaba tanto con un lugar que transmite energía y silencio. Ese silencio siempre necesario para poner las ideas en orden, para zambullirnos dentro de nosotros mismos. Pero no hablo de la mudez de palabras, hablo del silencio del alma, ese vacío entre la realidad y nosotros, entre un afuera y un adentro que se vuelve uno cuando realmente logramos ver.
En pleno estado zen, una pareja muy simpática empieza a subir al mirador. Me siento bastante identificada con la mujer porque tiene tanto miedo como yo de caer rodando por la montaña. El hombre que la acompaña sigue subiendo un poco más y me quedo conversando con ella. Me cuenta que los dos son de Pilar (localidad de la provincia de Buenos Aires), que están de vacaciones por el festejo de su aniversario de casados, que tienen tres hijos, que son felices, en fin.. esas lindas parejas que uno se cruza cuando menos se lo espera.
Charla va charla viene, les contamos sobre nuestro viaje y antes de despedirnos nos preguntan: “chicos, ¿qué van a hacer a la tarde?”. Cuando nos cuentan que su plane es visitar las Salinas Grandes se nos iluminan los ojos (antes de llegar a Purmamarca teníamos muchas ganas de conocer las Salinas que están a unos 63 kilómetros del pueblo, pero hacerlo en bicicleta iba a ser difícil por la altura así que ir en auto era nuestra única opción). La suerte estuvo de nuestro lado y hacia allá fuimos:)
Esta es la Cuesta de Lipán que forma parte de la Ruta Nacional 52 para llegar a las Salinas Grandes
Su tope máximo es en el Abra de Potrerillos a 4170 metros
Las Salinas Grandes son las terceras mas grandes del mundo
Mariana y Diego jugando con las perspectivas…
y yo a los saltos
Recuerdos de sal
En pocos kilómetros pasamos de la ciudad al pueblo, del caos al silencio, de los edificios a la montaña. El camino puede cambiar pero la esencia de las personas y su hospitalidad es algo que permanece intacto, sin importar si se trata de una gran capital o de un pueblo con calles de tierra. Para nosotros la suerte del viajero es la que te hace cruzar con esas almas en el momento y lugar indicado.
Por las callecitas de Purmamarca
Diego y Mariana: ¡GRACIAS!
Dónde parar
- En Salta Capital: Si querés conocer otra cara de Salta, te recomendamos alejarte un poco de la ciudad y parar en Vaqueros. La Hostería Las Vertientes está ubicada a menos de 10 kilómetros de la capital. En este lik podés ver más fotos y consultar disponibilidad: lasvertientessalta.com.ar
- En Purmamarca (Jujuy): Ubicado al pie del Cerro de los Siete Colores, el Hotel Killari está en armonía con la arquitectura del pueblo. Construido con adobe, techos de caña, decoración rústica y un jardín botánico único en la zona. Podés visitar su página para consultar disponibilidad y promociones en killarihotel.com
☞ Este es un post patrocinado, lo que significa que nos recibieron en los hospedajes a cambio de mencionarlos en el blog. Nuestras opiniones son independientes, personales y objetivas, y están basadas en nuestra experiencia real.
Angelica
Que privilegio es poder viajar y conocer el mundo, personas, culturas, tener una idea diferente de la realidad en la que vivimos , son muy afortunados!
Que precioso lugar, gracias por compartir sus aventuras!
Saludos!
Gustavo
no les dieron ganas de hace la cuesta de Lipan con las bicis?? Obvio, de salinas a Purmamarca!!
Abrazo enorme, Gus
Vero GL
Hola chicos!!! Cada vez queda menos para llegar!!
Me imagino lo complicado de volver a una ciudad después de tanto tiempo de estar en zonas más rurales, qué cambio!
Disfruten!!
Marce
Me encantó el relato y las fotos…me llegan en el momento justo..estoy a días de viajar hacia esos rumbos y leerte me puso más ansiosa de ver y sentir esos lugares por mi misma…
marita y miguel
QUE BIEN QUE ESCRIBIS,LOGRASTE QUE UNO VIAJE, VEA Y SIENTA CON USTEDES.ME ENCANTO LO QUE DECIS “HABLO DEL SILENCIO DEL ALMA,ESE VACIO ENTRE LA REALIDAD Y NOSOTROS,ENTRE UN AFUERA Y UN ADENTRO QUE SE VUELVE UNO CUANDO REALMENTE LOGRAMOS VER.” ESTUVE SENTADO AL LADO TUYO,HIJA,ES POESIA…GENIAL!! PAPI
marita y miguel
QUE LINDO CHICOS, ESTA NUEVA HISTORIA EN JUJUY.HERMOSO LO QUE CUENTAN Y LAS PERSONAS QUE ENCUENTRAN EN EL CAMINO. YA FALTA POQUITO PARA SU META. A SEGUIR DISFRUTANDO MUCHO. UN BESO
MIRTA
ME ENCANTA ,SEGUIR ESTE VIAJE,CON USTEDES Y QUE SE ENCUENTREN CON TAN LINDAS PERSONAS ! A SEGUIR ,QUE LO ESTAMOS DISFRUTANDO !!!; )