10 grandes momentos en la 40 (todo siempre estuvo ahí)
1. Habitación n°40
La ruta siempre estuvo ahí y ese día nos regaló una noche de luna llena. El mapa indicaba que después de pedalear 75 kilómetros íbamos a toparnos con una estancia en la que podríamos llegar a encontrar algún reparo del viento, pero un candado en la tranquera nos invitó a pasar la noche al costado de la Ruta 40. Como si ese lugar nos estuviese esperando, la tarde nos devolvió una postal de color sepia en la que nuestra carpa se camuflaba.
2. ¡Un vaso de agua por favor!
Y un día nos quedó solo una caramañola llena de agua en un tramo de la ruta donde no hay tráfico. Por eso no hay que confiar en que en esta parte de la Patagonia las rutas de asfalto son sinónimo de personas, de casas o de alguna fuente de agua. Nos alejamos de la 40 cuatro kilómetros para llenar las caramañolas en una estancia, pero otra vez no tuvimos suerte: parecía cerrada, no había nadie y de la única canilla que encontramos no salía ni una gota.
Varias horas después, con viento en contra y pedaleando a no más de 7 km/h, nuestro gran salvador fue un hombre que arriba de una máquina niveladora cruzó la ruta en diagonal hacia el lugar donde estábamos descansando y sin llegar a contarle nada, frena, abre la puerta y nos tira cuatro botellitas de agua.
3. La cena está servida
Cansancio. Mucho viento. Leña al fuego. Cordero a la estaca desde las seis de la tarde. Estancia La Carlota. Parada obligada. Entramos para descansar un rato y nos dicen “pasen que la cena está servida”. En lugar de encarar para la cocina, vamos al fondo de la estancia donde vemos un fuego encendido. Los peones siempre estuvieron ahí y la cena iba a ser una más como tantas otras, pero dos biciviajeros se sumaron a la mesa. Fue un verdadero manjar patagónico.
4. Tormenta de viento (a la enésima potencia)
No poder avanzar por culpa del viento es algo recurrente en la Patagonia. Nos topamos con una subida bastante empinada e imposible de caminar por las ráfagas en contra y nos rendimos. Tres hombres en una camioneta vieron nuestras caras de resignación y frenaron. Esa camioneta hace el mismo recorrido todos los días y ese día nos cruzamos. Nos dejaron en un refugio muy pequeño en la entrada de una estancia donde ellos trabajan. Dentro del refugio nadie nos veía, pero nosotros veíamos todo: los peones trabajando en la estancia, los autos avanzando en el camino, el peón arriba del caballo arreando las ovejas y nosotros por el cuarto mate esperando que el viento se canse de soplar.
5. A parar… a la comisaría
La comisaría de El Viejo Turbio siempre estuvo ahí. Después de la tarde frustrada de pedaleo, nos dejaron tirar la carpa en un tinglado atrás de la comisaría. El sonido de las chapas al fondo fue nuestro arrorró durante la noche. Al otro día un policía con pantuflas nos despidió y nos deseó buen viaje.
6. ¿Dónde está Wally?
Llegamos a Río Turbio, la ciudad del carbón. Sin lugar donde acampar y ninguna opción para hospedarnos, no sabíamos dónde íbamos a dormir. Café que va y viene en una estación de servicio y la pregunta de a dónde estarían nuestros amigos de Por Las Rutas del Mundo. Cinco minutos después, los vemos a metros nuestro cargándole nafta a El Forastero. Así fue como pasamos una noche más en su motorhome compartiendo historias y anécdotas. Ellos siempre frenan en estaciones de servicio y ese día, nuestros caminos se volvieron a cruzar. A la noche siguiente, no tuvimos otra opción que acampar en una pista de motocross donde nos entretuvimos viendo cuatriciclos y motos saltando de un lugar a otro.
7. 60 km/h en bicicleta, imposible
El viento puede ser amigo o enemigo del ciclista y a veces, cuando lo tenés a favor, pueden pasar cosas como estas: llegar a 60km/h sin tocar los pedales. Los automovilistas nos veían pasar asombrados sin entender lo que pasaba, pero cuando la curva cambió y el viento nos pegó de costado, no nos daban las manos para agarrarnos del guardarrail. Llegamos a un puesto y terminamos durmiendo en el dormitorio de un trailer de Vialidad Nacional. Ese puesto siempre estuvo ahí y esa noche dormimos en sus camas.
8. ¡1000 km cumplidos!
Parece que fue ayer cuando arrancamos a pedalear los primeros 100 kilómetros camino a Tolhuin, pero casi llegando al mes de viaje el odómetro marcó los mil. Los kilómetros de subidas y de bajadas, de ripio y de asfalto siempre estuvieron ahí como las historias, las personas y las anécdotas que se van grabando en nuestras memorias kilómetro a kilómetro.
9. Encuentro de ciclistas en un galpón de Vialidad Nacional
Uno se puede cruzar con uno o dos cicloviajeros en la ruta, ¿pero con seis? Sí, una coincidencia no organizada entre biciviajeros en un galpón de Vialidad Nacional. Ciclistas de Venezuela, Filipinas, Inglaterra y Argentina en un mismo lugar hablando de viajes, intercambiando datos, experiencias y hasta la receta de cómo hacer una polenta. La historia más particular fue la de Rómulo, que está recorriendo el mundo en bicicleta desde hace cinco años. Ellos siempre tuvieron en sus planes parar en ese puesto de Vialidad, pero nunca ninguno imaginó que en total íbamos a ser ocho ciclistas de distintas partes del mundo compartiendo la noche en un mismo galpón.
10. Bajada de 15 km Y UN RECREO DE LA 40
La Ruta 40 tiene sorpresas, como por ejemplo la Cuesta de Míguez que para nosotros fue una increíble bajada de 15 kilómetros con el lago Argentino de fondo. Después de pedalear 50 kilómetros, vimos un río y un lugar donde acampar. A las dos de la tarde paramos a comer, pero nos sentimos tan cómodos que nos tomamos un recreo de la ruta y pasamos una tarde de río y mates al costado de la 40. Ese río siempre estuvo ahí y va a seguir estando para otros tantos viajeros que quieran descansar de la mítica ruta que tantas sorpresas regala.
Nanu Iula
Como dice Herman Zapp en su libro, cuando uno se decide a soñar… pareciera que el universo entero quisiera que uno alcance su sueño 😀 Llegar a la Quiaca ya era el sueño de todos aquellos que les dieron una mano y fueron parte.
Jime Sánchez
Es así Nanu! Y cuando llegamos a La Quiaca sentimos a todos y a cada uno.
Muchos abrazos ❤
elba
he recorrido la 40 varias veces, pero en esta oportunidad he vuelto a viajar a traves de este relato maravilloso. gracias por permitirme viajar en ustedes. BUENAS RUTAS !!!!! saludos
Naty Sarro
Qué grandes, chicos!
Como dice Fito Paez en su canción… “cerca, Rosario siempre estuvo cerca”…. la ruta 40 siempre estuvo cerca de uds. Los estuvo esperando pacientemente, con la absoluta certeza de que lo que ustedes buscaban ya los estaba buscando a ustedes.
Fuerza, garra y corazón, y a disfrutar del paisaje!!!!
=)
Besos, la Coach!
Poupeé
Los felicito por haber empezado a cumplir vuestro sueño, tengo la certeza que a estos 1000 Km se van a ir sumando muchos más, cuánta felicidad trasmiten!!! les mando mi mejor vibra y que Dios bendiga vuestra ruta, un abrazote gigante y a seguir padaleando :* Poupeé
Valentina
Ayyy!!! Se me hizo un nudo en la garganta…R.C, J.M: Han cvdnooimo hasta mis fibras me1s edntimas con su trabajo.Sere1 que me identifico tanto con el texto del video…Maravilloso.Lau.
marita y miguel
que hermosa historia de aventuras, chicos, sobretodo jime con tu experiencia en el rio con el lavado.A seguir con tanta buena onda. un besote
Mauro Bisso
Es muy lindo poder seguilos por aca. Hermosas fotos como contas todo los que les gva pasando es com si estuviesemos alli con ustedes. animo chicos por 1000 mas.
Fede
IMPRESIONANTE.
nada más.
santo sinner
mostros felicitaciones, me emociona leer sus aventuras, las hacen sentir parte de uno, a seguir pedaleandoo que de tanto ir se empieza a volver en esta esferaaa 🙂