Cuando uno viaja no solo los caminos se cruzan
Cuando uno viaja no sólo los caminos se cruzan. Cada viajero es único e irrepetible y deja una huella en la vida de viaje del otro. Si cada viajero escribiese un libro, tendríamos un sinfín de historias y anécdotas riquísimas, llenas de moralejas y de reflexiones que a más de uno le gustaría leer y a muchos vivir.
Vivir la vida de viaje es conocer no sólo a viajeros ansiosos por darle la vuelta al mundo sino también a personas con bagajes culturales diferentes, que tienen sueños (y por qué no miedos), que buscan conocer y conocerse. Sin importar si se viaja a dedo, en bicicleta o arriba de una motorhome, todos tenemos algo en común que es el ser felices haciendo lo que más nos gusta: viajar.
Ningún encuentro es azaroso. Las casualidades no existen. Si en un momento estás cenando con un polaco que te relata historias sobre su viaje a dedo para llegar a la Antártida o con un mexicano que tras cruzar nueve veces la cordillera y siete desiertos, te confiesa que perdió su “macho” cuando pisó la Ruta 3 en bicicleta después de siete días de viento, por algo será y esas anécdotas sin dudas alguna lección tendrán.
Nosotros, la pareja que nos hospedó y descubran ustedes quién es “El Polaco loco” (seguí sus historias en roadsideletters.com)
Cuando un viajero se cruza con otro viajero ambos creen que no se volverán a ver. Pero esto no fue lo que nos pasó con los chicos de Por Las Rutas del Mundo. Encuentro en Ushuaia, parada en Tolhuin, coincidencia en Río Grande, noche en Río Turbio, días en El Calafate y excursiones en El Chaltén. Nuestros caminos se cruzaron para que juntos vivamos “La Vida de Viaje por Las Rutas del Mundo” (suena bien, ¿no?).
La Vida de Viaje por Las Rutas del Mundo en El Chaltén
Los sonidos del Chorrillo del Salto
Caminamos tres kilómetros hacia el Chorrillo del Salto, una de la caminatas más tranquilas que hay para hacer en El Chaltén. Subimos por un camino entre rocas, llegamos a otro chorrillo y mientras los aventureros de Ale y Andrés se empecinaban en llegar al punto más alto, con Vir nos quedamos sentadas en una roca escuchando el sonido en estéreo de la naturaleza.
El río de las Vueltas y El Chaltén
El Chorrillo del Salto
El segundo chorrillo que descubrimos unos metros más arriba
La inmensidad del cerro Fitz Roy (y un chapuzón en la laguna de los Tres)
A las 10 de mañana nos encontramos para recorrer juntos el sendero hacia la laguna de los Tres. Nos acompañó Claire, una francesa que vino seis meses a la Argentina y que consiguió una pasantía en esta zona del Parque Nacional. Con ella convivimos unos días en la casa de Florencia López donde nos hospedamos los días que pasamos en El Chaltén (esta casa definitivamente es el Gran Hermano de los viajeros).
Entre más subidas que bajadas, caminamos por un sendero que cruza bosques, puentes, ríos y lagos. En un día de sol sin nubes alrededor del Fitz Roy, el señor de la montaña se asoma orgulloso. No fue hasta que llegamos al mirador donde pudimos verlo a él y al séquito de cerros que lo acompañan.
La última subida empinada fue dura (y duró 45 minutos) pero el esfuerzo valió la pena. La laguna y el paisaje no tienen comparación. El calor de la tarde, el sol que pega fuerte y la larga caminata llevaron a la francesa Claire a decir: “¿Y si nadamos en la laguna? ¿Cuántas veces más se puede llegar a repetir este momento de tener al Fitz Roy ahí y esta laguna para nosotros?” y ni bien terminó su pregunta, buscó una mirada cómplice y la encontró. Me tiré yo, después Andrés y por último Ale. La sensación del agua helada se sintió en absolutamente todas las partes del cuerpo y por unos minutos nos sentimos más vivos que nunca.
Chapuzón en la Laguna de los Tres 🙂
La misma laguna vista desde otro ánguloA la vuelta pasamos por la laguna Capri
Las verdes aguas del lago del Desierto
Los chicos nos propusieron ir con ellos hasta el lago del Desierto arriba de El Forastero. Mucho nos hablaron de las largas subidas y del maldito camino enripiado para llegar, así que decidimos vivir la “experiencia Forastero”: cargamos las bicis en la motorhome, abrimos un paquete de bizcochitos y con el mate en mano, salimos temprano en la mañana para llegar y disfrutar de ese mágico e histórico lugar que fue zona de conflicto hace algunos años entre argentinos y chilenos cuando se disputaba la propiedad de esta parte de la región.
Recorremos los 37 kilómetros arriba del Fora. Al llegar, las aguas verdes, los chorrillos escondidos entre los cerros y la naturaleza en su máximo esplendor nos hipnotizó.
Caminamos bordeando la costa. Nos sentamos en un tronco. Almorzamos arriba de una roca. Nos cruzamos con otros viajeros en bicicleta. Tomamos el sendero para llegar al glaciar Huemul y nos perdemos entre las rocas. Vemos desde arriba el lago del Desierto. Tomamos mate y después de charlar, nos vamos con una cerveza bajo el brazo para brindar y cenar en el Fora. Noche de estrellas. A dormir (unos en un colchón, otros en bolsas de dormir).
El glaciar Huemul
La cara norte del Fitz Roy desde un mirador del Lago del Desierto
victor
Gracias, simplemente gracias…….
Paula
Gracias a este blog me animé a sacar un pasaje al sur y visitar El Chaltén. Primer viaje que hago sola. Primera vez que voy a ir a un hostel. Primera vez que voy a usar una mochila de mochilero. No sé qué esperar, no sé bien qué pensar. Pero gracias por sus palabras y fotos!
Éxitos en sus viajes!
Azul
Hola!! Cómo estás? Me gustaría hacer este viaje con mi novio.
De que época del año son estas fotos? Porque no tenemos decidida la fecha.
Gracias!!!