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Tan lindo sos, Tandil

Y sí. Tal como imaginamos la ciudad nos atrapó, nos rodeó, nos aturdió. Buenos Aires no es el mejor lugar para vivir pero es donde viven nuestras familias y acá estamos, “surfeando la ola”. Dentro de todo lo llevamos bien, pero la ruta se extraña.

Creo que la adicción más sana en este mundo tiene 6 letras y es viajar. Hablamos sobre la Ruta 40 y se nos iluminan los ojos, recordamos a las personas que nos cruzamos en el camino y el corazón empieza a latir sin frenos, sonreímos cuando revivimos la llegada a La Quiaca, vemos las bicicletas con sus alforjas y ¡ahhhhhh! empezamos a patalear como niños al son de un “¡queremos  salir, queremos salir!” Viajar es una adicción, asi que los que quieran subirse a este tren tengan cuidado porque es muy difícil –por no decir imposible– bajarse de él.

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En este estado las “escapaditas” están a la orden del día porque… ¿cómo nos vamos a quedar quietos después de tantos meses en movimiento? Así fue que planeamos junto a mis papás (Marita y Miguel para los amigos, viajeros natos desde que tengo uso de razón) un fin de semana a Tandil donde viven Yoly y Miguel (esa linda pareja que conocimos en la ruta, que son tan adictos a los viajes como nosotros y que hicieron más de 2000 kilómetros desde Tandil hasta La Quiaca para darnos la bienvenida). Como les contamos en este relato ellos son puro corazón. Disfrutan del simple hecho de dar sin esperar nada a cambio. Cuando les dijimos que íbamos a ir para allá, se negaron rotundamente a que vallamos a un hotel y nos invitaron a su casa.

Llegamos un viernes a las 13:30 y la mesa ya estaba servida. Mi papá, adicto al buen vino (algo que también se hereda), sacó del baúl del auto una caja de 6 botellas para que empecemos a brindar. Como no podía ser de otra manera, los viajes fueron el tópico del reencuentro.

Lo primero que nos llamó la atención (y que sabíamos que existía pero verlo en persona fue diferente) fueron los cuadros colgados en las paredes del comedor con cientos de fotos de todos los viajes que hicieron por la Argentina en auto y los más de 70 llaveros de la Ruta 40 (sí, esa ruta también es adictiva) que cuelgan en una de las paredes del living comedor.

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Miguel se encarga de imprimir las fotos, cortarlas a tamaño, enmarcarlas y, como detalle final, le coloca sobre el vidrio unas letras autoadhesivas amarillas con el nombre de cada lugar. Un genio

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No sé si se dieron cuenta que hay dos infiltrados en este cuadro 😉

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Este mapa con chinches de colores está colgado detrás de la puerta de entrada. Así Yoly y Miguel saben qué recorrieron y qué les falta conocer.

¿Fueron alguna vez a Tandil? ¿Cómo la gente de Buenos Aires no se exilia en este lugar teniéndolo tan cerca? (espero que no sean muchos los que se aviven después de leer este relato). Es que realmente estando sólo a 400 kilómetros no puedo entender cómo tardamos tanto en conocerlo.

Es el equilibrio perfecto entre campo y ciudad: hay verde (mucho verde, muchísimo), hay agua, hay silencio, hay movimiento (el justo y necesario), hay quietud, hay murales pintados en las esquinas, hay arte, hay salamines y quesos, hay cerveza artesanal, hay paredes para escalar, hay senderos para caminar y hacer en bici, hay ¡sierras! En Tandil uno no se siente en Buenos Aires porque todo es diferente, hasta el aire.

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Esta es la vista de Tandil desde el Parque Independencia (o “mirador de la ciudad”)

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El castillo Morisco está en el mirador a una altura de 285 metros de altura…

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…y se llega subiendo estas escaleras

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También fuimos al lago del Fuerte donde se practica la toma desmedida de mates y actividades como kayak, canotaje, windsurf y pesca

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Después del lago,el apetito nos llevó a Syquet (o “salames y quesos tandileros”)

Además de pasear comimos, bebimos, reímos y mis padres experimentaron por segunda vez lo que vivimos a lo largo de estos 9 meses de viaje. Yoly y Miguel nos hicieron regalos (como cuadros con las fotos del viaje y tacitas de café para Marita), compartimos muchos mates al sol, nos hicieron un gran asado y conocimos parte de su familia que vive en Mar del Plata.

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Pasamos la tarde en el cerro Centinela

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Antes de irnos volvimos a pasear por el lago

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El ante último día estuvimos con Abril, la nieta más chica de Yoly y Miguel. Un dulce de leche de 7 años. Estábamos llevándola a su casa después de pasear toda la tarde y tuvimos esta conversación:

J. – ¡Qué lindo es Tandil! Me encanta…

A. – Yo estoy feliz de vivir acá, ¿vos dónde vivís?

J. – En Buenos Aires, pero no me gusta. Hay muchos autos, mucho ruido, mucha gente enojada…

A. – Entonces, ¿te vas a venir a vivir a Tandil?

J. – Quizás sí, no es una mala idea…

Antes de despedirnos, Abril, con una sonrisa bien pícara me dice:

A.  – Chau Jime… nos vemos en un tiempito.

Quizás los chicos ven algo que nosotros “los grandes” no vemos o quizás el volver a Tandil ya está en nuestro destino. Lo cierto es que tanto nos gustó que no sé si nos iremos a vivir, pero que está en los planes conocerlo en bicicleta, seguro.

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Escritora y nómada digital. Viajo desde el 2013 y comparto en este refugio digital mi estilo de vida. Me apasiona la escritura y sobre todo inspirar y animar a través de la palabra. También escribo en luzyhumo.com y mi primer hijo de papel se llama Letras Luz. Dicto talleres de escritura y de viajes, no puedo vivir sin mis libros y cuadernos, y soy fan de la autoexploración.

Comments

  • Ayelen
    15 abril, 2017

    Que lindo todo lo que contas, me sentí en la misma situación después de viajar 1 mes y medio por 3 países! No podía quedarme quieta y tan sólo volver a la rutina, asique aquí estoy leyendote desdeTandil!! Un abrazo ♡

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  • Daniel Ignacio Vâzquez
    24 junio, 2016

    Hay un grupo MAZAMA VIAJES (Ver en faceboock) creado por un ambientalista, cientìfico, etc. pero sobre todo muy buena persona; Claudio Bertonatti y Lorena especializada en turismo digamos alternativo, que serìa bueno para ensamblar o intercambiar experiencias, conocimientos con Uds. Estamos por viajar – a donde pocos viajan – a la zona del norte de Santa Fè que durante muchos años explotò La Forestal – pueden ver fotos y luego sì quieren les enviamos comentarios de nuestro viaje el 23/07.

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  • Fernando
    24 octubre, 2014

    Me tentaste para ir con mi familia, a conocer Tandil! Se sumó una pequeñita (1 añito, ya), asi que estoy pensando en lugares cercanos a CABA, pero donde se pueda disfrutar de lindos paisajes y muuuucha paz!

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  • Christian
    6 octubre, 2014

    Que buena nota, siempre me motiva las relaciones que se dan en la ruta cuando uno sale a pedalear…
    Pronto para salir a recorrer Tandil, me llevo toda la data que colocaron en esta nota, mas la buena onda de los lugareños!
    Gracias!! Éxitos!!!

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  • Miguel Bujosa
    31 enero, 2014

    Gracias Raul y estamos dispuestos a ayudarte en lo que estee en mi conocimiento,nosotros tenemos mas de 65mil km recorridos por el pais y por la querida y poco conocida ruta 40, saludos Miguel y Yoly.

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  • Raúl
    31 enero, 2014

    Y si….Sé que se alegrarán! Ya hicimos contacto con Miguel y su esposa.Como le dije, espero sumar su experiencia a nuestras ganas.

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  • Gustavo
    21 noviembre, 2013

    En menos de un año los veo nuevamente tomando una ruta larga, mucho mas larga que hasta tandíl. Los sigo siguiendo, jajajaj. 😉

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