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Ser mujer y cicloviajera (3): 5 planteos típicos que surgen viajando en pareja

Hace más de 5 años que viajo en pareja. Mi primera travesía en bici allá por el 2013 arrancó con la siguiente reflexión: “¿sabías que a partir de ahora vamos a estar juntos 24/7?”. Sí señoras y señores: esa pregunta —profunda por cierto— fue la bienvenida al mundo de los viajes de a dos. Me la hizo Andrés, mientras veíamos Ushuaia desde la ventanilla del avión. Cuando la escuché me cayó la ficha. Es que entre tantos preparativos y nervios ni se me había ocurrido que a partir de ese día íbamos a empezar a vivir juntos… viajando.

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Te imaginarás entonces que durante estos 5 años pasamos por todas: enamoramiento al por mayor, peleas en la banquina, discusiones bizarras, ganas de mandarnos a la mier#%, ganas de abrazarnos todo el día, etc, etc, etc. Todo muy normal. Peeeeeeero…. si me preguntás qué fue lo que más me quedó grabado durante estos años te respondo sin vueltas los planteos ruteros, que OH CASUALIDAD suelen coincidir con los planteos que me cuentan montones de mujeres en consultas por mail/mensajes/comentarios/charlas/conversaciones/Whatsapp.

Por eso reuní en este post los que yo considero los 5 planteos típicos que surgen viajando en bicicleta en pareja. Quizás encontremos juntas un denominador común que se repite en todos los hombres y argumentos más sólidos cuando nos vienen con estas cuestiones (o no, ya veremos).


Todo lo que cuento en este post se basa en mi experiencia y, como escribí más arriba, en los interrogantes que muchas mujeres me compartieron en conversaciones en privado. En todo momento parto de la relación mujer-hombre porque ese el vínculo que tengo hoy.


1. “Pedaleo muy lento y no alcanzo el ritmo de mi compañero. ¿Qué puedo hacer? Él insiste que tengo que entrenar más, pero no sé si esa es la solución”.

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Bien. Vayamos por partes: claro que entrenando más vas a tener mejor rendimiento, mayor capacidad pulmonar y más ritmo. Sin embargo, y en general, los hombres pedalean a un ritmo mayor que las mujeres (esto es una cuestión física que hay que aceptar), pero que él pedalee “rápido” y que vos pedalees “lento” es subjetivo. Lo que para mí puede ser rápido para otro puede ser lento y viceversa.

Pongamos las cosas en claro: viajar en bicicleta no es una carrera, pero tampoco un paseo. Viajar en bicicleta implica mantener el ritmo que cada uno pueda mantener al momento de pedalear. Con esto quiero decir que si no venís entrenando y te largás a hacer un viaje de mil kilómetros (por ejemplo) las primeras semanas todo te va a costar el doble y con el tiempo vas a ir viendo cómo tu cuerpo empieza a ceder y a dar un poquito más todos los días. Entonces tu ritmo va a mejorar, te vas a sentir más fuerte, vas a pedalear más kilómetros, etc. Ahí está la clave: que aceptes que esto es gradual.

Lo más recomendado es que entrenes antes de viajar (empezar, por ejemplo, con 10 kilómetros diarios 3 veces por semana e ir aumentando la distancia con el paso de los días). Una vez en viaje, a medida que vayas pedaleando te vas a ir entrenando en la ruta.

Ahora, como nosotras tenemos que entender que nuestro ritmo no es el mismo que el de los hombres, los hombres tienen que entender que su ritmo no es el mismo que el de las mujeres. ¿Y saben qué hombres? Apurando, insistiendo, marcando el “no pedaleás lo suficiente” lo único que hacen es frustrarnos. Quizás ustedes piensan que nos alientan, pero en la mayoría de los casos sucede lo contrario. Ojo, con esto no quiero decir que no haya que decir lo que uno piensa, pero cuídennos un poquito más con sus formas y modos de hablar. Los dos estamos donde queremos estar haciendo lo que queremos hacer y los dos estamos dando lo mejor que podemos en este momento.

No repitan el mismo error que cometí yo en mis primeros viajes: me esforzaba más de la cuenta porque no quería que Andrés me vea como una mujer débil. Con el tiempo me di cuenta que la única que se estaba jodiendo era yo. Que en lugar de ponerme en primer lugar a mí, estaba poniendo en primer lugar lo que podía llegar a pensar un otro. Que así no me estaba cuidando nada. Que el primer paso para disfrutar de los viajes y de lo maravilloso que es viajar de a dos era disfrutar de mi misma siendo auténticamente yo.

2. “Por más que quiera, las subidas empinadas no las puedo pedalear. Me canso mucho y me quedo sin aire. Él siempre me dice que las pedalee igual”.

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Si intentás pedalearlas y ves que no podés, ¡bajate de la bici y caminalas! Basta de querer ser súperheroínas. Somos mucho más fuertes reconociendo lo humanas que somos y diciendo “no puedo” cuando realmente sentimos que no podemos.

Hay mujeres que sí pueden pedalear subidas empinadas y las aplaudo. Otras quizás al principio no lo puedan hacer y después, con el entrenamiento ganado, sí sean capaces de hacerlo. A otras por ahí les gana la fiaca (porque ven el viaje como eso, un viaje) y hay otras que ven las subidas como pequeñas metas a alcanzar (porque ven el viaje como algo deportivo). Todos los puntos de vista son válidos.

Ahora, hombres queridos: ¿qué quieren? ¿Que demos más de lo que podemos y que después el viaje se termine por un desgarro o un dolor crónico? Lo que para ustedes puede ser un logro, para nosotras puede ser un garrón. Mejor respetemos el ritmo de cada uno: es sano para todos.

3. “Mi compañero quiere que pedaleemos 5 días seguidos, pero al tercero yo necesito parar”.
3 BIS: “Mi compañero quiere que descansemos solo 2 días, pero yo necesito un día más para recuperarme”.

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Banquemos los trapos un poco. Para viajar y cargar en la alforja a Doña Ansiedad, mejor quedate en tu casa. Sé que hay hombres que salen con ganas de darlo todo, de meter kilómetros y kilómetros porque así funcionan. Pero muchachitos lindos (vieron que los trato con amor): están viajando de a dos. Eso quiere decir que la negociación, el diálogo y el compañerismo tienen que estar a la orden del día.

Ahora, mujer: esto también va para vos. Por experiencia propia, siempre podemos dar un poquitín más de lo que creemos que podemos dar. Tampoco se trata de que el otro acepte nuestros tiempos y nuestros límites todo el tiempo, sino de dar y recibir cada uno un poco. La palabra mágica es equilibrio, fifty fifty.

4. “Quiero llevar al viaje un libro y ropa para cuando me agarre el raye de “verme femenina”, pero mi compañero me dice que “todo pesa” y que no lo lleve”.

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Por favor te lo pido: llevalo igual. Ahora, no quieras llevar la biblioteca nacional porque es imposible ni tampoco tu placard entero porque vas a putear en cinco mil idiomas cuando tengas que pedalear con todo eso encima (sí, me pasó). Pero también me pasó de llevar algunas cositas de más (como una crema, una babucha y un pañuelo) y sentirme como en casa en casas ajenas.

Ya lo dije en este post: primero elijo qué ropa llevar sin pensar demasiado sabiendo que lo que agarro es lo que me gusta y lo que me va a resultar práctico para ese viaje en particular. Una vez que tengo todo arriba de la cama, empiezo a filtrar y a usar el sentido común. Muchas veces le pregunto a Andrés qué opina y eso me ayuda un montón para seguir descartando cosas. Generalmente la mitad de lo que elegí no lo termino llevando. Sin embargo me tomo algunas licencias. Y sí, puede que llevar un libro y ropa no deportiva pese más, pero esas alforjas en definitiva las voy a cargar yo. Y si para vos hombre eso no es importante, para mí sí lo es

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5. “Esto de estar las 24 horas de a dos me está pesando un poco. A veces no lo quiero ni ver, pero es imposible porque siempre estamos juntos”.

No te puedo decir otra cosa que sí, es un garrón cuando sentís eso. Peeeeero… se pueden hacer algunas cositas para salir de ese agujero negro que ves cada vez más cerca:

  • Tomate un tiempo para vos. SOLA. Salí a caminar, ponete los auriculares y escuchá la música que te gusta, si están parando en la casa de alguien decile a ese alguien de ir a tomar una cerveza o unos mates, meditá, hacé lo que quieras. Encontrá un espacio para reconectarte con vos. Muchas veces creí que no quería ver más a Andrés porque pasábamos demasiado tiempo juntos, pero en realidad a veces esa sensación era la alarma que me indicaba la falta de conexión que estaba teniendo conmigo misma.
  • Cuando te sientas así, sentate a escribir. No importa si escribís mucho, poquito o nada. Tener un diario de viaje es genial, pero que ese diario funcione como tu lugar de catarsis es doblemente mejor. Ese es TU espacio para decir lo que no dijiste y reconocerte en el papel. Muchas veces no entendía por qué me levantaba angustiada viajando y después de escribirlo lo podía ver mucho mejor. Y es más: también lo podía comunicar mejor. Sacarlo de la cabeza y trasladarlo al papel ayuda y libera espacio.
  • Reíte, el humor sana y salva. Nada es tan trágico como parece. Cuando veas que te estas pasando de la raya, respirá y tomate unos minutos para no reaccionar enojada. Tratá de mirar lo que está pasando con otros ojos. Vas a ver cómo eso cambia tu perspectiva.
  • Muchas veces viajando estamos todo el tiempo rodeados de gente. Muchas veces viajando solo hacemos eso: viajar. Y nos olvidamos de que los momentos en pareja también hay que cuidarlos y son necesarios. Pensalo así: son dos personas compartiendo un mismo espacio y tiempo, que están siendo atravesadas por un viaje que cada uno procesa de manera diferente. Conversen, encuentren esos puntos en común y esas diferencias que también los nutren. Salgan, hagan planes para ustedes, reencuéntrense viajando. Son los que se conocieron, sí, pero a cada kilómetro van a ir reconociendo a esos nuevos yo que nacen con los viajes.

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Viva el amor y las fotos cursis 😉


Si todavía no leíste la serie completa de estos posts, te comparto los links:

SER MUJER Y CICLOVIAJERA (1): REFLEXIONES Y GUÍA PARA PLANIFICAR TU VIAJE

SER MUJER Y CICLOVIAJERA (2): DILEMAS EXISTENCIALES

Y si querés profundizar en los viajes de a dos, no te pierdas este decálogo que escribí para sobrevivir un viaje en bicicleta con tu pareja

Escritora y nómada digital. Viajo desde el 2013 y comparto en este refugio digital mi estilo de vida. Me apasiona la escritura y sobre todo inspirar y animar a través de la palabra. También escribo en luzyhumo.com y mi primer hijo de papel se llama Letras Luz. Dicto talleres de escritura y de viajes, no puedo vivir sin mis libros y cuadernos, y soy fan de la autoexploración.

Comments

  • Leandro
    22 mayo, 2018

    Hola. Muy bueno. Ahora me Doy cuenta que lo me paso en mi Primer viaje con mi novia les pasa a todxs ja. Punto 1 2 y 3 exactos jaj.
    A tenerle mas Paciencia yo entonces.

    Saludos, desde Puerto Madryn

    reply
  • Agustin
    18 mayo, 2018

    Muy buenos sus post siempre!
    También viajo en pareja y me enfrenté con las mismas problemáticas que retratas.
    1.- Es cierto que yo “entreno” un poco más y en el 80 por ciento de los casos tendría la facilidad para ir más rápido, pero lo que hacemos es marchar al ritmo que le quede cómodo al más lento y solo nos apuramos para no llegar de noche a algún lado o no perder un tren o el avión en otras salidas.
    2.- Con las subidas yo siempre le decía al principio a Luz lo mismo que Andrés a vos y hoy por hoy ella las sube andando y más rápido que yo. Igual hoy por hoy cada uno hace lo que le parece en las subidas, si pinta caminar, se hace, ella o yo. Si nos pusimos como regla que al terminar una subida esperamos a que llegue el otro.
    3.- Con lo del pedaleo nos pasa lo mismo, yo andaría seis de los siete días de la semana y ella andaría tres y lo que hicimos fue bajar el ritmo que yo quería y hacer base dos o tres noches en algún lugar y tomarnos por semana un día de solteros en el que yo me voy a pedalear para conocer otros lugares y ella se queda leyendo, caminando por la zona o tomando sol. Con ese “día de solteros” también solucionamos el punto 5.
    Gracias por sus consejos en este y otros post (siempre que vamos a algún lugar por el que anduvieron ustedes leemos sus consejos y empezamos a viajar con sus fotos)
    Gran abrazo a ambos!

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